Hace varios meses escribí sobre el caso de esta chica que nació con espina bífida, con un nivel L4. Sus pies deformados estaban en equino varo, lo que la imposibilitaba caminar. Si su problema ya era importante, fue operada 18 veces en la segunda ciudad de España, donde realizaron un tratamiento absurdo, extirpando ambos astrágalos y fusionando los tobillos.
El resultado fue una catástrofe, ya que los pies no solo, no se corrigieron, si no que se volvieron a deformar y además en el izquierdo desarrolló un pie de Charcot, que acabó con una úlcera en la parte externa que no se curó en 10 años.
El desconocimiento del tratamiento de estos pacientes, les llevaron a una huída hacia delante, operando repetidas veces. Ignoraban que los pacientes con niveles L4, deben de usar ortesis por lo menos cuando salen a la calle, porque al caminar los impactos del pie contra el suelo, pueden romper los pies y acabar con un pie de Charcot, como le ocurrió a ella.
Hace poco, hemos visto a otra paciente de 20 años con el mismo nivel, que venía de Andalucía y las indicaciones de tratamiento y las operaciones que la querían hacer tanto allí como aquí en Madrid, eran para echarse a temblar, por lo anticuado de sus técnicas y por la poca probabilidad de corrección del pie y de las piernas, acabando por reproducir la deformidad o quizás empeorando aún más su situación actual
De verdad que es increíble el poco espíritu de innovación de algunos colegas, que prefieren seguir aplicando técnicas anticuadas para tratar a este tipo de pacientes, a pesar de saber que estas fracasaran.
Os traigo aquí el testimonio de Carmen, que ha vuelto a caminar, salir y entrar e incluso su vida personal ha cambiado radicalmente después de la reconstrucción de sus tullidos pies.